Según estudios de la Universidad Azabu, en Japón, el vínculo emocional entre perros y amos, fortalecido por la convivencia, es similar al que tienen madres e hijos. Esta relación emocional también ayuda a producir en ambos oxitocina, la llamada “hormona del amor” que da esa sensación de bienestar a quienes tienen a un perro a su lado.

Diversas estadísticas revelan que las personas que viven solas se consideran felices al tener un perro como compañero. En el caso de las familias, tenerlo en la familia ayuda a desarrollar en los niños la comprensión, empatía y cuidado, valores que les servirán a lo largo de sus vidas.

 

Para lograr vínculos fuertes entre perro y amo, existen diversas herramientas con las que aquellos que llevan años acompañados de uno están familiarizados, pero muchos desconocen. Algunas son:

 

1 Educación

El cachorro deberá ser habituado desde que llegue a la nueva casa sobre los lugares y roles. El dueño deberá asumir el rol del alfa en la manada para ser respetado por el perro. El proceso de educarlo sobre su comportamiento y límites debe ser de manera gradual y con paciencia, pero ayuda a crear un vínculo afectivo. Incluso aunque se lleve con un entrenador profesional se recomienda que el dueño esté presente.

 

2 Aprender y estudiar sus gestos

Es igual a como ocurre entre las personas: el saber interpretar el lenguaje corporal del perro, detectar lo que le gusta y lo que le desagrada, ayuda a encontrar una mejor forma de comunicarse con éste, ganar su simpatía y actuar de acuerdo a su estado de ánimo. Después de todo, el perro es casi totalmente dependiente de su dueño.

 

3 Evitar comportamientos negativos

Golpear a un perro no conseguirá un cambio positivo en el largo plazo, sólo logrará que se vuelva amargo, miedoso, distante e incluso agresivo.

Se recomienda utilizar técnicas no agresivas como el condicionamiento positivo (a través de premios), así como ser repetitivo en los comportamientos que buscamos hacia el perro.

 

4 Compartir actividades

Evita que el perro esté tirado o confinado a un espacio reducido.

Ya sea salir a caminar, correr juntos, jugar en el parque o ir a un curso de adiestramiento, es de mucha utilidad porque se logran varios objetivos: con la actividad ambos se desestresan, se contribuye a la educación del perro y se fortalece el vínculo perro-dueño.

 

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