En días recientes ha circulado información en redes sociales respecto a un cliente acusando a Happy Can Camp por un accidente que ocurrió en las instalaciones, el primero en 6 años de existencia de esta empresa dedicada al cuidado canino.

Sin embargo, mucha de la información que compartió esta persona presenta omisiones e imprecisiones que dan la impresión de que Happy Can Camp actuó con dolo y no ha buscado resarcir el daño. Es por ello que en este texto presentaremos cómo se desarrollaron los hechos a fin de brindar un panorama más amplio de la situación.

El pasado 6 de diciembre de 2015, un joven de nombre Alan Guevara, junto con su madre, llevó a las instalaciones de Happy Can Camp a un perro para resguardo. Dicho can, Sparky, contaba con 12 años de edad y pertenecía a la madre, que saldría de vacaciones en diciembre. Como se le aplicaron recientemente las vacunas de rigor, se dio instrucciones de que Sparky no conviviese con otros perros a fin de que estuviera tranquilo dada su edad.

Cabe aclarar que en Happy Can Camp contamos con áreas comunes a fin de que los perros puedan convivir entre ellos y superen el estrés de verse lejos de su hogar. Dichas áreas están separadas por pasillos para que no estén conectadas entre sí y van de acuerdo al tamaño de los perros: se tienen áreas para canes de tamaño pequeño, mediano y grande. Sparky no tuvo acceso a estas áreas por las instrucciones que fueron dadas.

El martes 8 de diciembre por la mañana, Sparky se encontraba con un especialista esperando la visita del veterinario para un chequeo de rutina. Él se encontraba sobre una jaula recargada contra la pared y cerca de la ventana que daba al área común de perros grandes cuando saltó por la ventana para caer en el área común, donde uno de los perros que ahí se encontraba lo agredió mordiéndole un costado, perforando un pulmón y la espina dorsal, provocando una muerte instantánea.

Como se mencionó al principio, este es el primer accidente de este tipo en 6 años de operación de Happy Can Camp y se asumió desde el principio la responsabilidad por el mismo, por lo que se contactó a la dueña para informar de lo sucedido de inmediato. Por cuestiones del viaje, ella pudo tomar la llamada hasta la tarde.

Una vez localizada y habiéndole comentado lo que pasó, ella pidió que se recibiera ese mismo día a las 8:30 de la noche a 3 personas en representación suya: su hermana, un joven que se identificó como su sobrino y su abogada. Ellos pidieron una indemnización por 500 mil pesos y nos indicaron que a partir de ese momento todo contacto sería con la abogada. No solicitaron que se conservara el cuerpo de Sparky, sin embargo, se conservó en hielo a reserva de que lo quisieran ver o recoger.

Al día siguiente, el abogado de Happy Can Camp contactó a la abogada de la dueña de Sparky para negociar la indemnización, ya que medio millón de pesos en efectivo era una suma mucho mayor a lo que se cuenta en caja. La abogada entendió y propuso un pago de cien mil pesos y se informó a todos los involucrados que entre los abogados se acordaría la cantidad final.

El 12 de diciembre se acordó entre las partes una suma final de 30 mil pesos, pero la abogada solicitó que el cuerpo de Sparky se conservara en el local hasta que la dueña regresara de vacaciones, a finales de diciembre. Se le informó que el cuerpo no soportaría el resto de mes, además de que constituiría un riesgo sanitario para los otros perros y el personal de Happy Can Camp, por lo que se sugirió la incineración.

Ante esta situación, la abogada pidió estar presente para ver la incineración o en su defecto, que se le hiciera entrega un video de la misma, cosa que no es posible ya que el proceso es efectuado en un horno por una empresa especializada. Finalmente dio la autorización de que lo incineraran y le entregaran las cenizas.

Se acordó que el día 15 de diciembre se haría la entrega de la indemnización, misma que la clienta recibiría en efectivo. Quienes recogerían el dinero serían su hermana y la abogada. Se pidió de manera previa que, ya que la dueña de Sparky no estaría presente para recibir el dinero, se presentara una carta poder que le diera a alguna de ellas la facultad de recibir el dinero a su nombre, misma que no tenían.

También se elaboró un documento legal para el que proporcionaron sus nombres previamente. En este, las partes confirmaban la entrega del dinero y se comprometían a no emprender otras acciones en perjuicio de Happy Can Camp una vez recibida la indemnización. En el documento se estipulaba que Sparky ya había sido incinerado de acuerdo con la autorización de la abogada. Tanto la hermana como la abogada no estuvieron de acuerdo con estas cláusulas y decidieron no firmar. No solicitaron las cenizas de Sparky, como se había acordado antes de la cremación.

El pasado 8 de enero a las 2:30 de la tarde se presentó la dueña de Sparky en el local junto con su abogada. Se le brindó nuevamente la explicación de los hechos, así como de lo que se había acordado con su abogada y se le ofreció la indemnización. Ella dijo que no quería nada porque el daño estaba hecho, pero después volvió a pedir una indemnización de 100 mil pesos al cuidador. Este las contactó con el abogado para llegar a un acuerdo, pero no hubo tal y decidieron retirarse. Tampoco solicitaron llevarse las cenizas, mismas que siguen en las instalaciones de Happy Can Camp.

Fue el 12 de enero que Alan Guevara, su hijo, publicó en Facebook un post alegando negligencia y no habernos apegado a lo estipulado en la cremación de Sparky y la correspondiente indemnización. Actualmente estamos viendo por la vía legal un nuevo acuerdo con la clienta.

Cabe mencionar que tan solo en diciembre de 2015 se atendieron alrededor de 120 perros en Happy Can Camp y se resguardaron hasta 86 perros de forma simultánea. Desde la fundación en 2010, se ha procurado dar un trato digno a los perros como seres sensibles a su entorno, que se encuentran lejos de su hogar y requieren cuidados y convivencia a fin de reducir el estrés de la separación con sus dueños.

Además, se cuenta con un equipo de cuidadores y veterinarios entrenados para atender las necesidades individuales de los perros incluso en caso de que haya terminado su tiempo de resguardo y los dueños noten algún cambio en su salud o su semblante.

A raíz de este evento, se están tomando medidas de seguridad adicionales en el cuidado y resguardo de perros, así como asesoría con instituciones especializadas en educación y cuidado animal. También se están evaluando de opciones para que los perros cuenten con un seguro que les cubra en caso de cualquier eventualidad.

En Happy Can Camp lamentamos mucho lo ocurrido y asumimos la responsabilidad, pues es un evento sin precedentes, quedando abiertas las opciones para brindar una indemnización ante esta pérdida difícil de afrontar. Conocemos lo importante que es el perro como un miembro más de la familia y es el compromiso que asumimos en más de los mil perros que atendemos al año.

Como una forma de comunicación con quienes tengan dudas del caso y de los procedimientos de Happy Cam Camp, incluimos el correo electrónico quejasysugerencias@happycancamp.com así como un formulario al final para recibir sus opiniones y comentarios.

Atentamente

El Equipo de Happy Can Camp

 

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